Los enemigos están hasta en tu propia casa, señala bien claro el libro considerado el más completo de la humanidad: la Biblia.
Esto
indica, a mi entender, que debemos estar muy atentos al ataque del
enemigo. Además de nuestras propias casas, el enemigo público o silente
se encuentra también en las empresas donde laboramos, en las calles, y
en muchísimos otros lugares que usted pueda imaginar.
Esos
enemigos entran o se relacionan en tu vida como mosquitas muertas y
luego te sacan las uñas hasta el punto de pretender lesionar tu cuerpo,
tu mente y corazón.
Son
enemigos astutos, que utilizan todas sus artimañas para envolver al más
ingenuo con sus mentiras y engaños con su único objetivo de sacarle el
mayor provecho a la situación presentada para su beneficio personal.
Esos
enemigos son capaces de todo. Te irrespetan, se burlan de ti y tienen
tantas agallas que después salen a decir que son victimas de la envidia o
el egoísmo. Son enemigos que saben dramatizar muy bien sus mentiras.
Son genios de la maldad y el engaño. Son simplemente enemigos de la
verdad y la justicia.
Muchos
de esos enemigos viven de fracaso en fracaso. No permiten que alguien
con menos tiempo que ellos hayan alcanzado un nivel más alto en su vida
profesional.
Son enemigos que se sienten atormentados por el fracaso y para evadirlo buscan cualquier tipo de pretexto.
Quienes
como yo sabemos que esos enemigos existen y estamos preparados a
enfrentarlos. Al principio esos enemigos creen que han triunfado, pero
al final de cuentas están muy equivocados.
Nunca el mal estará por encima del bien.
Esos enemigos no están muy lejos. Son como los gatos que cuando le das de comer nunca te miran a los ojos.
La Biblia no se equivoca. Los enemigos están hasta en su casa.
Por: José Alfredo Espinal
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